Alonso gana las 24 Horas de Le Mans y se acerca a la ‘Triple Corona’

El español triunfó con el Toyota número 8 junto a sus compañeros Nakajima y Buemi con un papel clave, ya que el asturiano realizó un relevo nocturno espectacular con el que su tripulación inició su remontada sobre el otro Toyota

El Toyota número 7 finalizó segundo, con el Rebellion #3 en la tercera posición

En la clase GTE Pro, Antonio García fue quinto con el Corvette y Miguel Molina, décimo con un Ferrari

El automovilismo le debe muchas más victorias y títulos a Alonso. Muchos más de los que tiene, y esta es una opinión extendida en el paddock de F1. Ello se unió en las 24 Horas de Le Mans a lo mucho que le debe la carrera francesa a Toyota, que tras 19 intentos fallidos y muchos episodios de mala suerte, por fin pudieron ganar la mítica cita gala con un Fernando Alonso estelar y decisivo al volante del TS050 Hybrid número 8 que compartió junto a Kazuki Nakajima y Sébastien Buemi. Los japoneses completaron un doblete con la segunda posición del coche número 7 de Conway, Kobayashi y ‘Pechito’ López, que no pudieron contener las ansias de ganar de un Fernando épico, que se vistió de superhéroe en la noche para iniciar una espectacular remontada cuando el otro coche del equipo japonés lideraba la prueba con más de dos minutos de ventaja. Nadie pudo parar las ganas de ganar del asturiano, que tras más de tres años llenos de decepción en McLaren en una F1 “aburrida y predecible”, ha tenido que buscar la diversión y las opciones de volver a saborear el triunfo en otras competiciones como el Mundial de Resistencia. En Le Mans, el ovetense cumplió su sueño de levantar las manos al cielo de La Sarthe, siendo así el primer campeón del mundo de F1 que gana desde que en 1972 lo hiciera Graham Hill, uno de los cinco junto a Alonso desde este domingo que lo han logrado. Precisamente, el padre de Damond fue el que marcó el camino del asturiano, quien desde el año pasado tuvo que cambiar de objetivos al ver que tenía muy complicado el volver a triunfar en la F1. Quería ser recordado en la historia y para ello quería igualar la ‘Triple Corona’ de Graham (ganador del GP de Mónaco de F1, las 24 Horas de Le Mans y las 500 Millas de Indianápolis) y un año después, tan sólo le faltará triunfar en la mítica carrera estadounidense para unirse al británico como los dos únicos en alcanzar la gloria en las tres citas con más famosas del automovilismo mundial. Alonso ya tiene su ‘doble corona’ y no tiene previsto parar. La ‘Triple’ está al alcance de su mano y tiene entre ceja y ceja conseguirla en 2019.

LAS 24H DE LEMANS, EN IMÁGENES



Alonso, superhéroe en la noche de Le Mans

El triunfo del coche número 8 tuvo como protagonista al asturiano. El piloto asturiano demostró gran parte de sus principios como piloto: nunca se rinde, siempre lucha. No ha dejado de hacerlo en la Fórmula 1 en los últimos años pese a que su McLaren no dejara de darle disgustos. Y esta vez sí, sabiendo escoger el mejor coche de la parrilla, algo que desde 2007 se le achaca en la Fórmula 1, el ovetense supo salir de una situación relamente difícil con un relevo que muchos ya denominan como histórico. El ovetense se subió al Toyota TS050 para realizar su segundo relevo, el primero para él en Le Mans de noche, a la 1.31 h de la madrugada, a falta de 13 horas y 31 minutos, y lo hizo con una desventaja que hubiera desanimado a cualquiera, de más de 2 minutos. Pero el asturiano nunca dejó de creer y sabía que tan sólo podía cambiar la situación actuando, sin reproches tras el mal relevo de Buemi que había roto la igualdad previa que había entre lo dos Toyota, y así fue como este amante de la magia hizo su mejor truco. “Cuando me desperté de noche y vi que estábamos a más de dos minutos vi que habría que hincar los codos”, reveló el asturiano. Y eso hizo.


El español realizó 4 stints de 11 vueltas, con un total de 44 giros dados al trazado de La Sarthe, para abandonar el Toyota número 8 falta de 10 horas y 56 minutos para el final de la prueba habiendo devuelto todas las opciones de triunfo a su equipo. En unas 3 horas y media, el ovetense logró algo que parecía imposible, recortar 1 minutos y 40 segundos sobre, inicialmente a Conway y, sobre todo, a ‘Pechito’ López.


Para el argentino, más que un héroe, Alonso fue una pura tortura. El asturiano recortaba su desventaja vuelta a vuelta, golpeando la moral del tricampeón del Mundial de Turismos como si llevara un martillo en su mano. El argentino parecía sufrir mucho de subviraje y el asturiano se iba haciendo cada vez más grande y fuerte, creyendo cada vez más en que no todo estaba perdido. El ovetense completó un relevo nocturno espectacular con el que deshizo el desaguisado que anteriormente había preparado Buemi tras ser sancionado con un minuto por superar el límite de velocidad en una Zona Lenta y después de que el Toyota número 8 se viera perjudicado por una neutralización en un mal momento.


El ovetense dejó el testigo al hombre de la pole, Nakajima, cuando estaba a 44 segundos de un ‘Pechito’ totalmente fuera de sí por el fuerte correctivo recibido por el bicampeón del mundo de F1, y el japonés hizo el resto. Continuó recortando sin piedad para seguir con el trabajo que había dejado muy bien encaminado el español y en unas vueltas ya estaba a 27 segundos. Fue entonces cuando Kobayashi asumió el relevo de López, momento en el que la carrera se tranquilizó. estábamos ante una nueva prueba, los dos Toyota volvían a estar juntos antes de que la tripulación del Toyota número 8 pasara a su ‘hermano’ ya de día para abrir una gran brecha con el objetivo de hacerse con el triunfo tras una enorme remontada.
Nakajima finaliza el trabajo de Alonso


A partir de ahí, Nakajima terminó el trabajo que había empezado Fernando con mucha contundencia, olvidando su primer mal relevo y superando a Kobayashi. El Toyota número 8 se escapó de su ‘hermano’ sin piedad y ambos se enzarzaron en una bonita lucha de tiempos. Ninguno de los dos se guardaba nada, pero el coche de Alonso conseguía mantener una distancia de seguridad de más de un minuto y medio para encarar las últimas horas de la prueba con mayor tranquilidad.


Un error de Kamui a falta de poco más de una hora y media para el final de la prueba sentenció la carrera y fue suficiente para que el coche número 7 desistiera en su impotente intento de alcanzar el coche de Fernando, después de que el nipón se pasara la entrada de boxes en la vuelta que debía repostar y estuviera cerca de quedarse sin gasolina. Ello dejó a Nakajima con más de una vuelta de ventaja y el compañero de Alonso pudo acabar con la pesadilla que le perseguía desde 2016, cuando a cuatro minutos de final se le paró el coche cuando era líder.


Toyota tumbó el gafe de Le Mans con un enorme trabajo


Esta vez, la fiabilidad respetó a los Toyota. Los japoneses, tras varios episodios de muy mala suerte, cosas surrealistas, se han sabido levantar y han sido ejemplo de constancia y superación. De alguna manera, como Fernando en los últimos años de su carrera. Tras una gran preparación y el adiós de Porsche del Mundial de Resistencia y por su gran superioridad respecto a los equipos privados, los nipones sabían que su principal rival eran ellos mismos, sus propios errores y los fallos de fiabilidad. Por eso, centraron su preparación para que nada fallara, simulando problemas en el coche y procedimientos con sus pilotos para siempre llevar su prototipo a boxes. El objetivo era acabar sin grandes contratiempos y sabían que con ello tenían gran parte del triunfo en el bolsillo, y junto a Alonso, los nipones lograron por fin levantar los brazos en una tierra que para ellos parecía maldita. Le ayudó la magia de Fernando, que deshizo el embrujo para que por fin, Alonso y Toyota, una combinación perfecta, sonrieran como hacía tiempo que no lo lograban.

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